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#YoSoyLaCautiva

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La Dirección contra el Terrorismo de la Policía Nacional (Dircote) ha decidido abrir un proceso de investigación a los productores de La Cautiva, una de las obra teatrales  más vistas, aclamadas y comentadas del año pasado en el Perú. El supuesto (y negado) delito de los creadores es “apología del terrorismo”.

Obra teatral “La Cautiva”, entre sombras de censura, macartismo y psicosociales políticos (Foto: Diario El Comercio)

De plano, para el organismo que depende del gobierno, del ministerio del Interior y del ministro Daniel Urresti, decide entrometerse y, de plano, lanzar acusaciones no solamente infundadas, sino rayanas con el delirio y la ridiculez. El sombrío redactor del informe incriminatorio, un burócrata unifomado, señala que está llena de “símbolos y metáforas”, que describe las violaciones de derechos humanos de las fuerzas del orden y, además, hace apología cuando se efectúan “cánticos y vivas al partido de Sendero”, en un escena de esta obra, de ficción, por cierto.

 

La Cautiva es una obra dura, dolorosa,intensa, que narra la historia de Josefa, una niña de 14 años, hija de senderistas, asesinada por soldados, en medio de una ceremonia de preparación, dentro de una morgue en Ayacuho, de un ultraje colectivo del cadáver. Ganadora de un premio de guion, escrito por Luis Alberto León, dirigida por Chela de Ferrari, en un montaje que literalmente te golpea y te deja hecho trapo. Producto artístico de primera, realizado con el mayor rigor y objetividad, apela a la memoria y a la verdad para retratar estampas de una etapa muy dolorosa de nuestra pasado reciente.

La investigación, de por sí, resulta un disparate, no solo por extemporánea  (a partir de una obra teatral que ha sido sacada de escena). Pero resulta, además, una pobrísima metodología de investigación, con argumentos rayanos con el delirio, pero, sin embargo, proclives a la censura.

Evidentemente La Dircote y la policía pueden investigar a quienes quieran, está en sus atribuciones (de hecho, nos pueden investigar a todos). Sin embargo, también es cierto que nosotros debemos mostrar los hilos de esta investigación desproporcionada, plagada de acusaciones  que no tienen ninguna lógica contundente ni concreta.

Hay un evidente afán sensacionalista en la denuncia, es cierto, pero también evidencia desconocimiento clamoroso de la obra (y también de la realidad peruana).  Quienes la han visto pueden dar fe de que no existe en ella ninguna actitud panfletaria. no es un libelo terrorista. Lo que se encuentra, sí, y mucho, es una sensación de desolación y frustración. Esto pasó y es duro mirarlo directamente, cara a cara. 

El Ministro Urresti, que no pudo cerrar una exposición hace poco, que sí estaba más cercana a lo prosenderista, picón, se va contra una obra teatral sólida que, con imágenes, desnuda una violencia connacional, de que, también, en el pasado, han hecho gala otras obra de teatro, cine y literatura en el Perú. No me imagino al locuaz ministro abriendo una investigación, no sé, a los productores de películas como La Boca del Lobo, Paloma de Papel, Viaje a Tombuctú, NN y muchos más etcéteras.

Marisol Perez Tello

El derecho a la verdad, escrita por congresista Marisol Pérez Tello, del PPC, en programa de mano de La Cautiva.

Acusar a quienes hicieron posible la obra, directa o indirectamente a la ISIL, al Banbif (que financia al local), a la directora Chela de Ferrari, a la congresista Marisol Pérez Tello del PPC (que escribió en el programa de mano de la obra) de pro-senderistas no tiene pies ni cabeza.  Más, bien, creo, esta escalada psicosocial y de reflejos autoritarios de este gobierno, liderada por el ministerio del Interior desnuda, desde mi punto de vista, la búsqueda de una fricción, una escalada de la polarización aprovechando un tema sensible como el terrorismo, para una operación mediática y política. Que un informe confidencial salga en medios de prensa no es una casualidad.

programa La Cautiva

Programa de mano de La Cautiva, obra “investigada” por el gobierno

Como dice Patricia del Río, la cultura ayuda a procesar la violencia, no la defiende ni exacerba. Esto debe quedar bien claro, sobre todo para quienes pretenden usar el argumento de cerrar los ojos y no remover todo el horror de la guerra interna (del lado del sanguinario senderismo y la represión salvaje de algunos miembros de las fuerzas armadas).  Discutir, reflexionar, cuestionar la historia, la oficial, la apócrifa, la oscura o la ideal, y confrontarla con la verdad nunca será delictiva. Más, bien  le hace bien a la salud de un país como el Perú con problemas serios aún para asumirse desde la memoria y desde la reconciliación.

 

 

 


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